sábado, 1 de noviembre de 2014

La Noche de los Espíritus

Acercaos, rufianes, y prestad atención. Cuidado con esas botellas si no quieres que te eche de comer a los cerdos. Mucho se ha dicho sobre esta noche dentro de esta taberna, y para mi desgracia he tenido que tragarme toda esa bazofia sin miramientos. Todo lo que se ha contado es una mentira asquerosa, ojalá se os caiga la lengua a todos para no tener que repetirlas.
Pero yo os contaré la verdad. Cada año, en una noche como hoy, en las que la luna desaparece del cielo, los muertos vuelven a caminar entre nosotros. La Noche de los Espíritus. No es motivo de gracia, bellacos, la sola idea de volver a ver a mi suegro hace que me cague encima. Los muertos al hoyo, y los vivos, al bollo. Así debería ser siempre.
Pero esta noche no. Esta noche los muertos caminan de nuevo, y muchos vienen a saldar cuentas pendientes que dejaron en vida. Unos buscan a sus viejos amantes, que les juraron amor eterno y al final la promesa les duró dos días. Esos hasta se lo tienen merecido, qué queréis que os diga. Otros sin embargo vienen para cobrarse las deudas que les debían antes de irse a la tumba, y otros incluso a vivir un día más con sus seres queridos. Imagináos a una madre volviendo del otro lado para ver a su niño una noche más. ¿Conmovedor, verdad? Oye, Billy, como vuelvas a escupir en la jarra te vas a la puta calle. ¡El siguiente que la use no tiene por qué beber de tus babas, joder!
En fin. Muchos de los que vuelven ni se les ve llegar, en realidad todos son fantasmas, almas en pena que vagan por la tierra en busca de ponerle fin a las cosas que dejaron a medias. Se me hiela la sangre al pensar en lo que son capaces de hacer. Pensadlo, ¿una sola noche para poder lograrlo? No tienen nada que perder, ¡están dispuestos a todo! Que los dioses nos protejan, os lo digo en serio. Hay quien habla de que pueden entrar en el cuerpo de los vivos y los obligan a hacer cualquier cosa, usándolos como si fueran un chisme cualquiera. Como una azada o un simple arado. Hay historias de gente que en noches como esta mata a casi un centenar de personas y a la mañana siguiente, mientras los juzgan, lloriquean como bebés de teta diciendo que no recuerdan nada de lo que hicieron. Como lo que contaba Mike sobre un soldado que se llevó por delante a la mitad de su pelotón. Sí coño, Mike el herrero, ¿conoces a algún otro Mike? Según él, el tipo se movía como un borracho y no paraba de caérsele la babilla por la boca mientras se pasaba a todo el mundo que veía por la espada. Pero eso de las posesiones no dejan de ser gilipolleces.
Así que ya sabéis, caballeros, es mejor quedarse encerrado en casa durante la Noche de los Espíritus. Y si no lo hacéis, lo mejor es combatirla con cerveza, como hacemos nosotros. Ahora voy a darle de comer a los cerdos, que con el hambre que tienen no va a hacer falta que llegue ningún fantasma a cobrarse su venganza. Billy, la madre que te parió, vuelve a coger esa jarra y guarda el arma. Ya sabes que no me gusta que las desenfundéis aquí dentro. Y deja de hacer el idiota arrastrando los pies de esa forma, ya estoy bastante cansado esta noche.
¿Billy?

3 comentarios:

  1. ¡Billy!
    Como te dije me encanta tu narrador malhablado, parece sacado de un survival de zombies. Y el broche final, genial.

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  2. "Billy, la madre que te parió, vuelve a coger esa jarra y guarda el arma." Me ha encantado el toque de humor que le has puesto.

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