martes, 9 de noviembre de 2010

Segundas tiradas

Hay mañanas más duras que otras. Te despiertas cansado, dolido, impotente. Hay tanto que demostrar, y es tan difícil de conseguir...
No siempre es fácil. Muchas noches acabas axfisiado, pidiendo en silencio aire nuevo, sin poder gritar porque tu respiración se ha cortado. No ruegas ayuda a nadie aunque notes que te supera, tal vez porque tu orgullo es demasiado grande, o simplemente porque crees que es algo que debes demostrarte a ti mismo y que nadie más debe entrometerse; porque es tu objetivo, tu guerra.
Y pese a todo, notas como te vas hundiendo poco a poco, procurando que nadie lo vea, tratando de mantenerte con cara de póquer, frío e impasible ante el resto, sabiendo mejor que nadie que sólo es cuestión de tiempo que todo acabe por salir a la luz.
¡Escúpelo! Libera todo ese odio, toda esa rabia que te quema por dentro, con tanta fuerza que parece que has engullido brasas al rojo vivo. Llora si te ves con fuerzas: no siempre es el débil el que suelta las lágrimas.
Rompe la baraja, súbete a la cima del mundo y obsérvalo todo en silencio, contemplando todo lo que hay, todo lo que hubo, todo lo que habrá... Todo ha cambiado, nada es como era, ¡absolutamente nada! Parece como si fuese una nueva vida, una totalmente distinta... ¿Acaso este es tu destino, el romper con todo? El tener que llegar a un punto en el que hay que elegir, que decidir, que escoger, que valorar... ¿Y entonces, qué? ¿Qué te queda, qué deberías hacer? ¿Cuál es el motivo, la idea, lo correcto?
Entonces, y sólo entonces, llega un momento en el que te das cuenta de que necesitas escuchar de la boca de alguien que vales para lo que te propones. Que todo tiene un sentido, que merece la pena seguir adelante...
Una sola oportunidad, no hay repeticiones ni segundas tiradas. Es lo único que te queda para alcanzar tu objetivo.