viernes, 13 de marzo de 2009

Relatos de quien trasnocha

Apenas había desfilado media hora más de la medianoche por el reloj de la habitación. Bajo sus ojos comenzaban a marcarse lo que al amanecer serían unas claras ojeras, presentes habitualmente en las facciones de su pálido rostro. Aún así, el brillo de sus cansadas pupilas era exactamente idéntico que el que mostraban a la luz del sol en sus mejores momentos, por no hablar de la viveza del color de sus iris azules.
La que debía ser la cuarta taza de café del día ya reposaba vacía sobre la mesa, dejando únicamente como recuerdo en sus labios resquicios de su delicioso sabor, con ese punto amargo que tanto le atraía, y que fomentaba la idea de poner en marcha la cafetera una vez más.
Frente a él, las letras de los libros que lo rodeaban y de la pantalla del ordenador le embriagaban, alimentando su hambre irrefrenable de lectura, otra de las adicciones que poseía y que no tenían en consideración la hora en la que se manifestaban, produciéndole esa sensación de abstinencia imposible de ignorar.
La noche podría resultar larga, pero no le preocupaba dormir menos de lo debido.
Al contrario, su mayor temor era dormir más de la cuenta, cuando el resto del mundo ya estuviese despierto y le obligasen a nadar a favor de la corriente del nuevo día.

1 comentario:

  1. No había comentado esta, mierda xD.
    Es la que más me gusta, sin duda. Quizá por los matices reales que desprende, quizá. La cuestión era que es la que mas me gusta y no la había comentado, y con la cantidad de veces que paso por aquí al ida, ya me vale.
    En fin...

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